Los borbones son indomables. Anda y échales un galgo. Por fin se ha desvelado el misterio de la ausencia de una representación del estado español en la reapertura de la catedral parisina de Notre Dame. Es posible que al buen pueblo, que solo siente devoción monárquica por los reyes magos y eclesiástica por las procesiones de semana santa, esta ausencia real y gubernamental en un evento de relaciones públicas de Francia se la haya traído al pairo, pero no hay que ser un estratega para comprender que, en este momento en que se está reconstruyendo con muchas dificultades una cierta idea de Europa, con la correspondiente exhibición simbólica, España no debería perder de vista la línea de fuera de juego.