¿Cuál es la legitimidad de un sistema cuando se debe esperar a que la clase más privilegiada decida que el bienestar de los niños congoleños está por encima de la presunta necesidad de disponer de teléfonos inteligentes cada vez más potentes? (Algún día todo el mundo habrá querido estar siempre en contra. Omar El Akkad. Libros de Kultrum, 2025)
El emperador de Occidente aspira al premio nóbel de la paz y en su carrera hacia el podio tiene un idea de negocio que puede resumirse en el lema, la guerra es mala y yo cobro por ponerle fin. Este modus operandi exige un conflicto que reúna tres características, a saber: uno, que sea un conflicto estancado, de larga data y apariencia irresoluble; dos, que haya un vencedor militar, real o potencial, y un perdedor desamparado sin expectativas de revertir la situación, y tres, que el teatro de operaciones sea rico en recursos naturales y susceptible de atraer inversiones de las que el mediador o pacificador se cobrará la mordida correspondiente.
El winner de la cresta naranja ha ensayado la fórmula con escaso éxito, por ahora, en Gaza y en Ucrania. (…)