La cifra acojona, sean euros en un premio de la lotería, árboles abrasados en un incendio forestal o inmigrantes deportados por decisión de un gobierno democráticamente elegido. Las grandes cifras excitan la imaginación, sacuden el suelo de las convicciones y transportan el pensamiento a un mundo ignoto y por eso mismo atrayente. Ocho millones es una cifra rotunda, desmesurada, hipnótica, que nubla la razón y excita las gónadas. Brigadas policiales asaltando bloques de viviendas para desalojar a los vecinos recién llegados; canchas deportivas y plazas de toros abarrotadas de hombres, mujeres y niños asustados y sollozantes, aferrados a un bolso de viaje, esperando; trenes sellados y varados en una terminal de los que salen gritos y gemidos; buques surtos en el puerto con la cubierta atestada de gente que parten a no se sabe dónde y volverán de vacío.